Este reportaje nace como aperitivo de una excursión de más enjundia en el Pirineo. En esta ocasión, el acercamiento lo hicimos por la vertiente francesa, donde realizamos diferentes paradas y nos detuvimos a comer. Por la tarde, accedimos al lado navarro por la carretera del macizo de Issarbe y la Piedra de San Martín, muy panorámica. Precisamente ahí subimos una tachuela que, sin embargo, fue una delicia en pleno atardecer.
Se cuenta que en la Edad Media un jabalí herido por unos cazadores tuvo la buena idea de refugiarse en un pantano fangoso. Se le encuentra muerto, pero cubierto de cristales de sal. En ese momento se dan cuenta de que en el subsuelo de Salies fluye una fuente salada de agua salada.
Antes de morir, este jabalí habría dicho sus últimas palabras : «Si no hubiera muerto allí, nadie viviría allí».
Clasificado entre los monumentos históricos de Francia, arrastra una curiosa historia desde 1170. La reina Sancie fue acusada públicamente de haber dado muerte deliberadamente a su hijo recién nacido. El rey Sanche VI de Navarra, hermano de Sancie, decidió que solo la prueba del agua podía certificar su culpabilidad o inocencia. La ordalía tuvo lugar en presencia de 3.000 personas y la reina fue arrojada al torrente, con los pies y manos atados. Pero en lugar de ser engullido por las aguas, su cuerpo fue transportado por la superficie de las aguas y depositado sobre la playa a una distancia de tres disparos de flechas. La reina, de esa manera exculpada, fue aclamada por la multitud.
Bueno, después de la historia, toca un poco de naturaleza. Así que ya estamos en el valle de Baretous, donde destaca el Argibel.
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