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Fue la guinda del pastel, el mejor broche a una semana intensa y exprimida hasta el último segundo. El jueves por la noche cenamos en el Celler de Can Roca (tres estrellas Michelin), llamado a ser el mejor restaurante del mundo en las próximas horas, en una velada embriagadora, cautivadora. Fueron más de cuatro horas de deleite absoluto, en el que levitamos en más de una ocasión. No pudimos evitarlo. La sensación al salir de allí es que los tres hermanos Roca han jugado con tus emociones, que por momentos te devuelven a la infancia con sabores imposibles y presentaciones majestuosas. Sí, les hablamos de un orgasmo gastronómico.
Ubicación: Girona, Catalunya.
Acceso: El restaurante está situado en las afueras de la capital gerundense, en una zona residencial.
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El local, desde fuera (foto de Twitter).
Una de las mesas del Celler. El local me pareció muy moderno, decorado con una elegancia exquisita. Mención especial también al baño, puro I+D+I.
Tiramos la casa por la ventana y elegimos el menú Festival, compuesto de catorce creaciones (160 euros).
También nos inclinamos por el maridaje de Josep Roca (75 euros), soberbio durante toda la noche. Quince caldos de postín en el que la palma se la llevaron el Leirana (Rias Baixas), el Comte Lafon (Viré Clessé-Bourgogne) y el 890 (Rioja Alta). Olores y sabores perfectamente ajustados a lo que comíamos.
Snacks. Nos sacaron una muestra global ('comerse un mundo'). Varios aperitivos encarnando a varios países: Mexico, Perú, Líbano, Marruecos y Corea. El denominador común era cómo se transformaba el sólido en líquido. Espectacular.
El bonsai de las olivas caramelizadas (cuatro, dos para cada uno). Cuelgan del árbol y las coges. Absolutamente encantador.
Bombón de trufa. No hay palabras, señores.
Calamares a la romana (aunque en la foto parezca otra cosa). Tremenda la cara de los dos al comprobar que, efectivamente, el sabor era de calamares...
Bombón de Campari y naranja. Otro regalo.
Tortilla de calabacín en su flor.
Brioche trufado con su caldo.
Pan de hojaldre (foto de Twitter).
En este punto, ojo, empezamos con el menú. Ya estábamos emocionados con el nivel de los aperitivos, pero ahora la cosa se ponía a cien. El festival arranca con la ensalada verde: aguacate, lima, pepino, corazón de tomate, chartreuse, rúcula, berro, sorbete de oliva...
Moluscada al albariño: chirla/manzana, berberecho/albaricoque, mejillón/humo, almeja/laurel, ostr y caldo de molusco. Casi les hacemos la ola a los camareros. Muy, muy logrado.
Espárragos blancos con consomé de ibéricos. El mayor mérito en este momento fue maridar correctamente el espárrago con el vino. Lo lograron. Ovación.
Ostra con consomé de garbanzos y trufa. De toma pan y moja, querido lector.
Atención, emociones fuertes. Toda la gamba: gamba a la brasa, arena de gamba, rocas de tinta, patas fritas, jugo de la cabeza y esencia de gamba. De lo mejor de la noche; plato top.
Cambio de tercio y pasamos a los pescados. Besugo, yuzu (cítrico originario de Asia oriental) y alcaparras.
Bacalao: estofado de tripa, espuma de bacalao, sopa al aceite de oliva, escalonias con miel, ají...
Salmonete cocinado a baja temperatura.
Pasamos a las carnes. Blanqueta de cochinillo con clavo, canela y vainilla.
Mollejas y ventresca de cordero a la brasa con setas de primavera.
Higado de torcaz con cebolla: nueces caramelizadas al curry, enebro, piel de naranjas y hierbas.
Y los postres. Qué decir de los postres. El repostero Jordi Roca es un mago en toda regla y sus creaciones son un acierto tras otro. Sorbete de sandía con coco y estragón. Qué sabores, señores.
Flower bomb: crema de rosas, níspero con azahar, sorbete de camomila, gelatina de caléndula, nube violeta y aceite de jazmín. Delicioso.
Milhojas de moca: crujiente de anís con espuma de moca y granizado de café. Soberbio final para un festín de antología.
¡Pero atención! ¡Qué pasa aquí! Estos camareros se han vuelto locos y vienen con el carrito de los postres...
Superados por la realidad, sin capacidad de respuesta, dejamos que vayan llenando la mesa con helado, chocolate, gominolas... En definitiva, pecados y más pecados. El lector avispado, curioso y formado se habrá dado cuenta del Calvados que preside la mesa, un digestivo que cumplió su cometido como Dios manda.
Y os dejo su web: ver web
Fue una experiencia única.
jueves, 19 de abril de 2012
EL CELLER DE CAN ROCA (GIRONA): Un orgasmo gastronómico
FAGEDA D'EN JORDÀ (La Garrotxa en tres horas)
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Si hay un recorrido que resuma el paisaje de La Garrotxa, ése es la Fageda d'en Jordà. Conviene evitar las jornadas turísticas porque se sentirá en un parque de atracciones, pero el encanto de la zona es inevitable. Es un itinerario circular con varios puntos llamativos. Destacan el volcán de Santa Margarida, con una ermita en su cráter; el hayedo del corazón del parque, y el corte característico del volcán del Croscat. Todo ello en tres horas. Paisajes de excepción con otro invitado de excepción. Esta vez el cicerone era Llorens (Bouvier en Mendiak.net).
Ubicación: Olot, La Garrotxa, Girona.
Desnivel acumulado: 330m.
Distancia: 12.46km.
Duración: 3h.
Acceso: Partimos desde el parking de Santa Margarida, en la carretera que comunica Olot con Santa Pau. Ojo, porque el mapa señala Olot.
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9:47. Dejamos el coche en el parking (624m), de momento poco solicitado, e iniciamos la marcha hacia el primer volcán.
Todos los desvíos están balizados, de manera que el paseo no ofrece problemas.
10:16. De pronto, llegamos al volcán de Santa Margarida. Ahí abajo está la ermita homónima (671m). Qué curioso.
Seguimos por paisajes sumamente relajantes.
10:56. Tras una breve cuesta, arribamos a la ermita de San Miguel de Sacot (619m).
Me llaman la atención las masías de la zona, algunas de ellas verdaderas obras de arte.
Rodeamos una cooperativa y nos adentramos en la fageda (hayedo). Otro tramo para disfrutar.
Rodeando el volcán del Croscat, encontramos las condiciones ideales de luz y color.
12:47. Y aquí termina la primera parte del día.
Para comer nos desplazamos vía Camprodon a Beget, quizá el pueblo más bonito de la comarca.
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Nos sedujo su óptimo estado de conservación, aunque la carretera de acceso es mortal por cualquiera de sus dos posibilidades. El pueblo no se ve hasta el final; está metido en un agujero. Muy escondido.
Chispea mientras vamos camino de la jamada.
Comemos en El Forn, sin grandes estridencias porque a la noche viene la traca final. La curiosidad llega con este cuadro del baño...
Y el clásico paseo para hacer la digestión. Muy grande Beget.
Volvemos al valle por Oix. Otra carretera pintoresca, pero con numerosas atracciones. Por ejemplo la cresta del Ferrán, codiciado objetivo de escaladores de postín.
Un safari en toda regla, que tuvo su componente de aventura pese a la destreza innegable del conductor, nos lleva hasta la ermita de Sant Miquel d'Hortmoier. Se halla en un lugar recóndito. Tienes esa sensación de estar perdido, alejado de la civilización.
Paramos en Oix y aprovechamos para comprar sus famosos embutidos.
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Como tenemos tiempo, nos desviamos por una pista hasta llegar a la ermita de Santa Bárbara de Pruneres.
Desde donde vemos el Bassegoda, la conquista del día anterior, en todo su esplendor.
La jornada finaliza en Castellfollit de la Roca, otra localidad característica.
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Algo así como la Cuenca de La Garrotxa.
LAS NOTAS (La escala es del 1 al 5):
DIFICULTAD: 1. La Fageda es un recorrido sencillo, con poco desnivel, muy bien marcado y que ofrece salidas rápidas si se quiere terminar antes.
BELLEZA DEL ITINERARIO: 4. Fue una gozada de jornada, muy recomendable. Bellos paisajes y lugares pintorescos. Los pueblos presentes en este reportaje son espectaculares, sobre todo Beget.
Ya sólo quedaba darse una ducha e ir al restaurante. ¿Cuál sería? Continuará...