Si usted busca un bosque de cuento, éste es su recorrido. Si usted ansía emociones fuertes, venga conmigo al macizo de Arbailles. Si está harto de itinerarios masificados, apunte esta montaña en su carpeta de pendientes. En los confines de Euskal Herria podemos encontrar un rincón de naturaleza salvaje absolutamente cautivador en torno al Etxekortea. Esta circular, sólo reservada para los más preparados, explora el valle por abajo y por arriba. Les prometo que no encontrarán nada igual.
Ubicación: Macizo de Arbailles, Iparralde.
Cima: Etxekortea (1.197m).
Desnivel acumulado: 1.021m.
Distancia: 17,26km
Duración: 6h.
Acceso: Partimos desde Arla, un núcleo de caseríos próximo a la localidad vascofrancesa de Saint Just Ibarre. Desde Donostia salimos dirección Francia por la autopista A8. Cruzamos la frontera y seguimos hacia Baiona. Tomamos la salida de Cambo les Bains y nos dirigimos hasta Donibane Garazi/Saint-Jean-Pied-de-Port. Seguimos las indicaciones hacia Donazaharre/Saint-Jean-le-Vieux y después hacia Larceveau, donde giramos a la derecha para tomar la carretera que indica Maule/Mauleon. Cruzamos Saint Just Ibarre y estamos atentos a una estrecha carretera que, por la derecha, conduce a Arla.
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10:52. Dejamos el coche en el aparcamiento de Arla (246m) y tomamos el ancho camino de la derecha (marcado). Después, seis horas más tarde, volveré por la izquierda.
Este primer tramo que se dirige al nacimiento de la Bidouze es una auténtica delicia para los sentidos.
Avanza por un bosque mágico y lleno de color.
Al cabo de un rato, se llega a un puente. Las marcas nos invitan a cruzar al otro lado.
A partir de aquí, comienzan las hostilidades. No tanto por la dureza del terreno, que efectivamente se empina un poco, sino por lo humedad. La trocha, estrecha y resbaladiza, nos obliga a ir con tiento.
El paisaje, eso sí, es de campeonato. Estos valles tan boscosos de Iparralde enganchan a cualquiera.
El sendero es espectacular.
Por esta zona el GPS se vuelve loco. Pierde la recepción de los satélites...
Con todo, el rumbo es evidente hacia la cueva.
Cinco minutos antes, nos topamos con el sendero que sube a las campas del Etxekortea (izquierda) y que yo tomaré más tarde.
Nosotros seguimos rectos en dirección a la cueva.
Ahí está.
12:29. Nacimiento de la Bidouze (591m), en algo más de una hora y media desde el coche. Enclave mágico en el que las aguas superiores se filtran por el terreno kárstico para aparecer por aquí rumbo al Atlántico.
Nunca había estado aquí, pero era una foto que había visto muchas veces en los libros de casa. De ahí la ilusión al conocerlo.
Tomamos un tentempié y disfrutamos del entorno.
Las escaleras que permitían antaño acceder a la parte superior del circo quedaron impracticables tras el paso del temporal Xynthia en 2010. Una cuerda las sustituye ahora, pero opto por volver al lugar mencionado anteriormente y emprender la subida hacia el Etxekortea.
Es un camino duro pero sencillo.
Que atraviesa otro bosque fantástico. En la única bifurcación que encuentro, giro a la izquierda (noreste, kairn).
Salgo a un claro, desde el que diviso el plateau superior de Arbailles, y respiro un poco. Se agradece salir a terreno despejado después de tanto bosque.
Además, me topo por primera vez con la cima y las emociones aumentan.
Desde el collado estudio las diferentes opciones para atacar la cumbre. Me inclino por investigar su vertiente septentrional para descender por la meridional.
Lo que sucede es que es una montaña incómoda, con hierba alta y piedras escondidas que me dificultan la ascensión.
No sin esfuerzo, accedo a la parte superior. Parece que el mayor desnivel ya está ganado, pero el lapiaz me impide avanzar con rapidez.
Ya ha pasado lo peor.
14:23. Etxekortea (1.197m), en tres horas y media desde el coche.
Hay nubes altas que estropean la panorámica, pero me entretengo con los lugares cercanos que reconozco. Tierras de Zuberoa.
Ihatia.
El cayolar al que descenderé después de comer tranquilamente en la cima.
Decido probar a bajar por otros senderos, pero me cuesta encontrar uno bueno. Es una montaña, definitivamente, inhóspita.
Me acerco poco a poco al cayolar, ocupado por una familia.
Saludo a sus dueños y sigo por el camino de frente.
Etxekortea, una montaña que deja huella.
Bueno, vamos poco a poco bajando al valle. Localizo la borda de referencia y me dirijo a ella sin sendero pero sin grandes problemas.
15:26. Cayolar Ezeloua (868m), en ruinas.
Me asomo al barranco y giro a la derecha (norte) por un camino ancho y evidente.
Cruzo la barrera y me uno a la pista que viene del cayolar.
La sigo durante un tiempo y, más tarde, me desvío por una pista forestal.
Que a su vez abandono más abajo, sobre los setecientos metros de altura.
Me acerco a la ermita de St Antoine.
Lo que me encuentro entonces es un descenso rudo y fuera de sendero, lo peor de la jornada, que me desespera por momentos. Sólo la cabeza fría me permite volver a recuperar la respiración. Y salgo a la pista. Salvado.
Caseríos de Olhoborotégia.
16:52. Fin de la circular.
La foto que remata este reportaje ilustra el entorno de Lekumberry con el Behorlegi en lontananza.
Y os dejo el mapa.
Y os dejo el mapa de Topopiris.
Y os dejo la imagen 3D del Google Earth.
Y os dejo el perfil.
Y en wikiloc os dejo el track: ver track
LAS NOTAS (La escala es del 1 al 5):
DIFICULTAD: 5. Recorrido exigente y comprometido por momentos, sobre todo en el descenso. Tramo final incómodo por el lapiaz; abstenerse en días de niebla, lluvia y nieve. El descenso no se lo recomiendo a nadie.
BELLEZA DEL ITINERARIO: 4. Bosques de campeonato y paisajes de primera. Más bucólico, imposible.
IMPORTANCIA DE LA CUMBRE: 4.
Y ASÍ LO VIO MI PADRE: Mi partenaire me comenta que "fue una excursión recomendable que nos permitió recorrer los terrenos de los personajes mitológicos.".
Ya pueden respirar, ya ha terminado esta aventura por la naturaleza salvaje.
martes, 25 de junio de 2013
ETXEKORTEA (Naturaleza salvaje)
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