El Priorat es una comarca de Tarragona célebre por un vino con denominación de origen. Como sucede en tantas ocasiones, es interesante escarbar en la zona porque con toda seguridad encontraremos detalles interesantes más allá de los tópicos. Este jueves llegué hasta allí vía Fraga-Flix y Ascó, dispuesto a dejarme llevar por las emociones siempre arrebatadoras de la primera vez que visitas un lugar.
Después de comer en Fraga me planto con celeridad en Ascó y realizo la primer parada en el Pas de l'Ase, un congosto llamativo sobre el río Ebro, protagonista de este valle.
El río baja con un caudal generoso rumbo al Delta del Ebro, donde al día siguiente lo veremos desde las alturas...
En la localidad de García se toma un desvío al noreste. Y una carretera infernal del Rally de Catalunya me deposita en Gratallops, donde hago otra parada.
Apenas hay gente en el pueblo, pero no tengo problemas para detenerme en varios rincones.
Hace calor (y más que hará en verano), de manera que las sombras serán solicitadas en este pueblo.
La iglesia de Gratallops.
Seguimos nuestra exploración por el valle y la segunda parada, obligada, es en Vilella Baixa. El Manhattan del Priorat.
Quizá la denominación sea un tanto exagerada. Más bien recuerda a Cuenca.
Pero es un núcleo pintoresco con esas casas colgadas del vacío.
Doy un paseo por las calles. Bajo hasta el puente, desde donde tengo varios ángulos aprovechables.
Vilella Baixa también cuenta con otra particularidad: el carrer que no passa. Una calle que te juega una mala pasada... ¿Qué significa? Ya lo descubrirán, ya...
La iglesia del pueblo.
Salgo a la otra parte del pueblo y, ahora sí, me imagino que estoy en Manhattan...
Vilella Baixa deja huella, sí.
Finalmente me desplazo hasta Escaladei, famoso por una cartuja que se puede visitar.
Fue fundada en el siglo XII y se considera que fue la primera cartuja de la Península Ibérica.
En la actualidad es posible visitar las ruinas y contemplar el portal barroco de la Madre de Dios, la iglesia y una celda reconstruida que cuenta con el mobiliario y los utensilios propios de la vida monástica, lo que nos permite imaginar el modo de vida de los monjes cartujos.
Doy un paseo por sus inmediaciones mientras trato de imaginar la vida de estas gentes.
La jornada concluye en La Morera de Montsant, el pueblo donde me alojaré tres días para disfrutar de este paraje.
La sierra de Montsant luce en todo su esplendor.
Y el atardecer es impresionante. Ideal para soñar con el futuro.
Continuará...
Commuting (lo llaman)
Hace 4 horas
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