Por fin cayó el dichoso Palomares. Ascensión brutal a esta cumbre altiva, de sabor alpino, efectuada ayer desde Lagrán disfrutando a más no poder en el tramo final de la ascensión, en la que el estrecho y empinado sendero serpentea de manera fascinante por los abismos verticales de la sierra de Cantabria. Por cierto, antaño el Palomares era considerado el techo de esta sierra. Y es que así lo parece desde el valle. Pero las mediciones modernas le otorgaron hace algunos años unos metrós más al Larrasa, cima muy próxima. Así que el Palomares perdió el cetro. Aún así, esta ruta mantiene un señorío envidiable y nos obligará a extremar todas las precauciones en el tramo final, donde estaremos obligados a trepar.
Ubicación: Sierra de Cantabria, Álava.
Cima: Palomares (1.446m).
Desnivel: 700m.
Distancia: 11km.
Duración: 3h y 15min.
Acceso: Partimos desde la localidad alavesa de Lagrán, de tan sólo noventa habitantes. Desde Vitoria enfilamos dirección Burgos por la autopista que lleva a Madrid hasta las inmediaciones de la Puebla de Arganzón, donde nos desviaremos a Treviño. Al llegar a Ventas de Armentia, tenemos dos opciones. Nosotros fuimos por la primera, por Bajauri, y volvimos por la segunda, por Peñacerrada. La segunda variante es algo más corta.
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Unos metros antes de llegar a Lagrán (desde Peñacerrada), cogemos un desvío a mano derecha señalizado con una fuente y un símbolo de un camping (cartel de carretera). El asfalto se convierte enseguida en una pista terrosa y enfila directo a la sierra (sur). Nos topamos con otra pista que viene en perpendicular, pero seguimos de frente. Nuevamente pisamos asfalto y podemos ver, setecientros más arriba, la cumbre del Palomares. Dentro de poco estaremos colgando de aquellos barrancos...
El asfalto desaparece y la pista se interna en un precioso hayedo, que lo pillamos en su esplendor.
Primer desvío importante; vamos por la derecha (señalizado con una flecha roja y marcas amarillas y blancas).
Avanzamos disfrutando del paseo, porque además apenas ganamos desnivel.
El camino está acondicionado con carteles que nos informan sobre la fauna y flora que podemos hallar en este hábitat. La verdad es que es un placer de paseo.
En media hora de marcha arribamos a la fuente de Laziturri, donde llega el cambio de tercio. Se acabó el paseo...
En las inmediaciones de la fuente arranca el duro sendero que nos llevará a la parte alta de la sierra.
El sendero avanza sin escrúpulos entre el boj, que nos lo tendremos que quitar de la cara en más de una ocasión.
A ratos, las vistas se abren.
Y otra vez subimos rodeados de boj.
Nos acercamos al ibón de Lagrán.
Y llegamos a una especie de collado poco individualizado, con una peña a nuestra izquierda que cae hacia el bosque. A nuestra derecha (sur) emergen las cumbres de la sierra.
A la derecha de ese peñasco debemos salir en uno de los tramos con más desnivel de la jornada.
El bosque estaba verde, verde.
San Tirso, en la prolongación de la sierra hacia el este.
La verdad es que vamos protegidos del sol y se agradece. Pero el sendero está bastante húmedo por las lluvias del fin de semana y debemos extremar la atención. El terreno no es apto para hacer el tonto.
Ya llevamos una hora de marcha y aprovechamos para realizar un pequeño descanso.
Seguimos ascendiendo por debajo de las peñas. Ahora comienza uno de los tramos más espectaculares del día.
De repente, vemos la Cruz del Castillo al fondo. Otra señora cumbre.
Lagrán ya está muy abajo. Estamos literalmente colgados del barranco.
Vemos los primeros tejos de la jornada.
Alguno de los cuales pende sobre el abismo.
Seguimos, el camino no da tregua.
Vaya ejemplares de tejos centenarios que encontramos.
A nuestra derecha salen varios caminos marcados con cairns, pero son unos corredores endiablados que no inspiran nada de confianza. La roca está húmeda, y no queremos jugarnos el tipo. Ahí delante está el peñasco del Palomares Central (1417m), pero no debemos llegar a su collado.
Unos metros antes arranca a mano derecha (oeste) un sendero muy trillado señalizado con un cairn grande y una flecha roja.
Dejamos detrás el Palomares Central y el San Tirso.
Y nos encaminamos al Palomares, nuevamente entre tejos.
Llevamos una hora y media de marcha. Este tramo es para disfrutar como un enano; las fotos no hacen justicia al espectáculo que ven nuestros ojos.
Llegamos a un colladete y, de repente, aparece ahí el Palomares.
Lagrán, al fondo.
El sendero nos lleva hasta la misma base del peñasco final. Ahí deberemos trepar por una chimenea sencilla.
Pero antes nos asomamos a su vertiente occidental, ésa que esconde una cresta peliaguda. Palabras mayores.
Bueno, volvemos a la pared final. Estudiamos las opciones. A la derecha vemos el camino principal, marcado con señales amarillas.
Pero no nos convence del todo. Por la izquierda, en cambio, parece más asequible. Al menos está más protegida de la caída, aunque la progresión es algo más técnica.
Cumbre del Palomares (1.446m), en una hora y cuarenta y cinco minutos desde Lagrán. Síntomas de felicidad, de objetivo cumplido. Y cuando hay algo más de dificultad, esa alegría se engrandece.
La mítica bota del Manuel Iradier que hace de buzón. Anda que no tenía ganas de sacarte una foto...
Estamos en un mirador privilegiado, pero hoy no es el día idóneo. Vemos el ibón de Lagrán.
Y la escarpada cresta que viene del Recilla.
Precisamente, el Recilla y el Cervera. A la derecha, al fondo, el Toloño.
Clásica foto hacia el este. Llama poderosamente la atención la forma del Cruz del Castillo y el Larrasa. Es increíble saber que también hay sendero por allí...
El pueblo de Lagrán, paisaje propicio para el contraste de colores. Os he marcado en rojo la pista que hay que coger.
Los barrancos que caen hacia Lagrán. Para caer y no parar...
Nos volvemos a fijar en el bosque.
De ahí hemos venido.
Destrepamos la chimenea; esta vez bajé por la ruta normal. Las dos me parecieron muy similares en cuanto a dificultad.
Y nos asomamos a los barrancos meridionales. La Rioja alavesa, a nuestros pies.
Las bodegas Ysios, obra diseñada por el arquitecto Santiago Calatrava, y la villa amurallada de Laguardia al fondo, donde es difícil comer mal.
La Rioja alavesa es propensa también a los contrastes.
Las lagunas de Carralogroño, próximas a Laguardia.
Tras un repostaje y refrigerio de veinte minutos iniciamos el descenso por el mismo camino, en el que volvemos a quitarnos el sombrero con los majestuosos tejos que salen a nuestros pies.
Lagrán, entre dos peñascos.
Agur Palomares. Vaya cima más elegante.
Entre tejos.
El paraje es para no querer bajar.
Y los barrancos, para andar con mucho cuidado.
Ventana natural formada entre rocas. Como el ojo del Legunbe.
En este preciso instante pasamos por debajo del Palomares. Ahí arriba hemos estado...
Descendemos con suma precaución entre el boj.
Y llegamos a la fuente de Laziturri cuando llevamos tres horas de marcha.
Sólo nos queda recorrer el bosque hasta Lagrán.
Y giraremos la cabeza para ver nuestra cima.
Para admirar al rey destronado de la sierra de Cantabria.
Ahora con la Cruz del Castillo y el Larrasa en el encuadre.
Vista desde la fuente de Lagrán.
Tras la abundante comida en el Jabalí qué menos que dar un paseo relajante por Lagrán, donde podremos contemplar la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora, oba renacentista del siglo XVI.
Y os dejo el mapa, que indica erróneamente Recilla.
DIFICULTAD: 3,5. Ruta empinada, que se acaba haciendo dura. El flanqueo en el cresterío es vertiginoso. Sencilla chimenea final, con muchos agarres.
BELLEZA DEL ITINERARIO: 4,25. En el último tramo de la ruta irá con la boca abierta. Espectacular. Mirador de primera.
IMPORTANCIA DE LA CUMBRE: 4.
Esto se acabó señores. Sólo puedo añadir que regresamos a casa felices tras haber hollado otra cumbre insigne de nuestro territorio.
SOKOA (Ciboure) Berges d'Untxin - Port et Fort de Sokoa
Hace 12 horas
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