SOLLUBE (Una panorámica difícil de olvidar)

Grata excursión la que realizamos ayer por el precioso valle vizcaíno de Urdaibai, que aún no lo conocía. Cayó uno de los cinco montes bocineros de la vecina provincia, conocimos y comimos muy bien en Bermeo y finalizamos el día con un paseo por las marismas del Urdaibai. Primeramente, he de agradecer la colaboración de Joseba Calzada (Igertu en Mendiak.net), ya que sin sus anotaciones nos habría sido imposible encontrar el camino correcto para alcanzar la cumbre del mítico Sollube. Lo dicho Igertu, muchas gracias.
Ubicación: Sierra de Sollube, Vizcaya.
Cima: Sollube (686m).
Desnivel: 350m.
Distancia: 7km.
Duración: 2h.
Acceso: Partimos desde el barrio de Artike, en Bermeo. A la localidad vizcaína llegamos cogiendo la salida de la autopista A-8 en Zornotza/Amorebieta y atravesando Gernika dirección Mundaka. Una vez en Bermeo (1h 30 min desde Donostia) se ha de coger la estrecha carretera asfaltada que lleva al barrio de Artike. Se atraviesan las casas y llegamos a una intersección de caminos. Estamos en el caserío Tribis y aquí cogeremos la pista de hormigón que arranca por la izquierda. Es curioso, pero no haremos caso al cartel que indica Sollube por la derecha. La pista de hormigón sube entre varias curvas de herradura a una zona de bonitos chalets y nos juntamos con otra estrecha carretera que viene desde la zona de Mundaka. Seguimos adelante y en un pinar nos desviamos a mano derecha, dirección Lurkoi. Pasamos por delante de tres caseríos y una granja ecologista y por fin dejamos el coche. Como se puede comprobar, la aproximación se las trae...

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Ya va siendo hora de colgar las fotos. Nos metemos por la izquierda para darnos de bruces con un chalet y subimos decididos por una campa.






Allí al fondo hemos dejado Bermeo. Me fijo en La Gaviota, la plataforma que hay en el mar para extraer gas que tanto me llama la atención.



La subida por estas laderas es un poco dura. Hemos de salir a la barrera de pinos de ahí arriba.



Otro vistazo atrás.






Vamos ganando altura.



Saltamos la valla para salir a esta pista y vamos por la derecha.



No hacemos caso a los caminos que vienen por la izquierda.



La verdad es que el camino en sí es bastante monótono, pero las vistas lo compensan todo desde su cúspide.



Ahí asoma la antena.






Llegamos a una especie de rotonda, valga la expresión, donde nos meteremos por la pista de la derecha.



Pero enseguida vamos por la izquierda.



Hemos cogido un atajo para evitar una curva de herradura.



Ahora vamos a dar un rodeo tremendo al Sollube para acceder a su cima por la parte sur. Se nos hace eterno.



Estuvo nublado, pero el viento sur provocó una cercanía en la visibilidad tremenda. Discutimos sobre si era posible ver el Hautza desde la cima. Yo creo que era él. Y no es Tontorramendi, es el Otoio.



En una pronunciada curva, vamos a la derecha.



Y ya estamos casi en la cima. Dejamos la pista y vamos por la hierba.



Cruzamos este merendero.



Y afrontamos las últimas rampas.



No sé si he visto un monte tan humanizado en mi vida. Compite en chatarrería con el Larrun. Ahora bien, ofrece una panorámica fantástica y por ello se le perdona tanta humanización. Es un magnífico balcón de Vizcaya.



Hacia Bermeo y la Reserva del Urdaibai.



Desde Gernika hasta Mungia.



Hacia la capital.



Avanzamos hasta el punto culminante porque todavía no hemos llegado al buzón.



Que, por cierto, está escondido en una curva. Yo creo que avergonzado de tanta antena y carretera.



El Zalama estaba tapado, pero la costa se veía perfectamente.



Estos dos sí que se veían.



Mungia.



Cabo Ogoño y Atxurkulu.



Con la marea baja contemplamos esta joya de nuestro paisito.



Jata, también antenudo.



Estiro el zoom para observar la salida de la ría.



Ahora bajaremos por la vertiente norte y así evitaremos el rodeo que hemos dado a la subida.



Hacia Illuntzar, Bedartzandi y Urregarai.



Dejamos atrás el Sollube, monte bocinero, donde antaño se hacían hogueras para avisar a los vecinos del valle de la celebración de las Juntas generales. A veces se tocaba una corneta, de ahí su nombre. Hubo cinco en Vizcaya: Sollube, Gorbea, Oiz, Ganekogorta y Kolitza. Sólo me queda éste último por subir.



Enseguida llegamos a este promontorio donde debía de haber una ikurriña.



El Oiz, otro fabuloso mirador.

Bajamos por este cortafuegos hasta la pista que lo cruza ahí abajo. Después, iremos por la derecha.






Y enseguida arribamos a la rotonda que os decía antes, donde retornaremos por el camino de antes hasta el coche.



Y ya en la campa del principio, a un paso del final. Interesante circular de apenas dos horas por un monte al que le tenía ganas. El camino y la cima son feos, pero hemos conocido Vizcaya un poco más desde su cumbre. Ése era el objetivo.



Os dejo el mapa de la ruta.



Bajamos a Bermeo y como tenemos tiempo antes de comer, nos damos un paseo y tomamos un trago. Me vuelvo a fijar en La Gaviota. Imagino que la mayoría detestara esta construcción, pero a mí me fascina todo aquello. Como haya alguien que viva allí...



El puerto de Bermeo.



Estiramos el paseo hasta el espigón para ver más de cerca la isla de Izaro.



Y también el cabo de Ogoño, con sus espectaculares paredes que se precipitan sobre el mar.



Nos llama la atención este velero atracado en el puerto de la localidad.






Comemos aquí. Un ambiente un poco estúpido tal vez en la clientela, pero el sitio merece la pena. La carta es sota, caballo y rey, pero el género es brutal.



Para muestra, dos botones.






Y la digestión la haremos con un paseo por el Urdaibai, declarado por la UNESCO Reserva de la Biosfera en 1984.



Tenemos enfrente la playa de Laida.



Y el monte Atxarre con la ermita de San Pedro presidiendo la cima. Dicen que es un mirador magnífico sobre Urdaibai. Algún día lo comprobaremos.



Y esto es Mundaka.



Izaro, otra vez.



La salida de Urdaibai.



Y otra para terminar de ilustrar este paraíso.



DIFICULTAD: 1,5. Pista y sendero en todo momento. Atención a las bifurcaciones; son numerosas y conviene acertar.
BELLEZA DEL ITINERARIO: 2. El camino no ofrece gran cosa, pero la panorámica lo compensa todo. Abstenerse de la parafernalia de antenas en su cúspide.
IMPORTANCIA DE LA CUMBRE: 2.
Una gozada de recorrido por la provincia de al lado. Me gusta mi tierra, siempre descubro nuevos parajes que me fascinan.